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Año 5 #56 Junio 2019

Exilio

"Exilio" es un relato exquisito de final sorpresivo y poético. Para no revelar el final, añadiremos simplemente lo que expresó el gran Bardo de Avon con su inagotable talento: "Somos del mismo material del que se tejen los sueños".

¡Lo que daría ahora por no haber hablado de ciencia ficción aquella noche! Si no lo hubiéramos hecho, en estos momentos no estaría obsesionado con esa extraña e imposible historia que nunca podrá ser comprobada ni refutada.

Sin embargo, tratándose de cuatro escritores profesionales de relatos fantásticos, supongo que el tema resultaba ineludible. A pesar de que logramos posponerlo durante toda la cena y los tragos que tomamos después, Madison, gustoso, contó a grandes rasgos su partida de caza, y luego Brazell inició una discusión sobre los pronósticos de los Dodgers. Más tarde me vi obligado a desviar la conversación al terreno de la fantasía.

No era mi intención hacer algo así. Pero había bebido un escocés de más, y eso siempre me vuelve analítico. Y me divertía la perfecta apariencia de que los cuatro éramos personas comunes y corrientes.

—Camuflaje protector, eso es —anuncié—. ¡Cuánto nos esforzamos por actuar como chicos buenos, normales y ordinarios!

Brazell me miró, un poco molesto por la abrupta interrupción.

—¿De qué estás hablando?

—De nosotros cuatro —respondí—. ¡Qué espléndida imitación de ciudadanos hechos y derechos! Pero no estamos contentos con eso… ninguno de nosotros. Por el contrario, estamos violentamente insatisfechos con la Tierra y con todas sus obras; por eso nos pasamos la vida creando mundos imaginarios, uno tras otro.

—Supongo que el pequeño detalle de hacerlo por dinero no tiene nada que ver —inquirió Brazell, escéptico.

—Claro que sí —admití—. Todos creamos nuestros mundos y pueblos imposibles muchísimo antes de escribir una sola línea, ¿verdad? Incluso desde nuestra infancia, ¿no? Por eso no estamos a gusto aquí.

—Nos sentiríamos mucho peor en algunos de los mundos que describimos —replicó Madison.

En ese momento, Carrick, el cuarto del grupo, intervino en la conversación. Estaba sentado en silencio, como de costumbre, copa en mano, meditabundo, sin prestarnos atención.

Carrick era raro en muchos aspectos. Sabíamos poco de él, pero lo apreciábamos y admirábamos sus historias. Había escrito algunos relatos fascinantes, minuciosamente elaborados en su totalidad sobre un planeta imaginario.

—Lo mismo me ocurrió a mí en una ocasión —dijo a Madison.

—¿Qué? —preguntó Madison.

—Lo que acabas de sugerir… Una vez escribí sobre un mundo imaginario y luego me vi obligado a vivir en él —contestó Carrick.

Madison soltó una carcajada.

—Espero que haya sido un sitio más habitable que los escalofriantes planetas en los que yo planteo mis embustes.

Carrick ni siquiera sonrió.

—De haber sabido que viviría en él, lo habría creado muy distinto —murmuró.

Brazell, tras dirigir una mirada significativa a la copa vacía de Carrick, nos guiñó un ojo y pidió, con voz melosa:

—Cuéntanos cómo fue, Carrick.

Carrick no apartó la mirada de su copa, mientras la giraba entre sus dedos al hablar. Se detenía entre una frase y otra.

—Sucedió inmediatamente después de que me mudara junto a la Gran Central de Energía. A simple vista, parecía un lugar ruidoso, pero, en realidad, se vivía muy tranquilo en las afueras de la ciudad. Y yo necesitaba tranquilidad para escribir mis historias.

»Me dispuse a trabajar en la nueva serie que había comenzado, una colección de relatos que ocurrirían en aquel mundo imaginario. Empecé por crear detalladamente todas las características físicas de ese mundo y del universo que lo contenía. Pasé todo el día concentrado en ello. Y cuando terminé, ¡algo en mi mente hizo clic!

»Esa breve y extraña sensación me pareció una súbita materialización. Me quedé allí, inmovilizado, al tiempo que me preguntaba si estaría enloqueciendo, pues tuve la repentina seguridad de que el mundo que yo había creado durante todo el día acababa de cristalizarse en una existencia concreta, en alguna parte.

»Por supuesto, ignoré esa extraña idea, salí de casa y me olvidé del asunto. Pero al día siguiente sucedió de nuevo. Dediqué la mayor parte del tiempo a la creación de los habitantes del mundo de mi historia. Sin duda los había imaginado humanos, aunque decidí que no fueran demasiado civilizados, pues eso imposibilitaría los conflictos y la violencia indispensable para mi trama.

»Así pues, había gestado mi mundo imaginario, un mundo de gente que estaba a medio civilizar. Imaginé todas sus crueldades y supersticiones. Erigí sus bárbaras y pintorescas ciudades. Y, justo cuando terminé, aquel clic resonó de nuevo en mi mente.

»Entonces sí me asusté de verdad, pues sentí con mayor fuerza que la primera vez esa extraña convicción de que mis sueños se habían materializado para dar paso a una realidad sólida. Sabía que era una locura; sin embargo, en mi mente tenía la increíble certeza. No podía abandonar esa idea.

»Traté de convencerme de descartar tan loca convicción. Si en verdad había creado un mundo y un universo con solo imaginarlos, ¿dónde se hallaban? Desde luego no en mi propio cosmos. No podría contener dos universos… completamente distintos el uno del otro.

»Pero ¿y si este mundo y este universo de mi imaginación se habían concretado en la realidad en otro cosmos vacío? ¿Un cosmos localizado en una dimensión diferente a la mía? ¿Uno que contuviera solamente átomos libres, materia informe que no había adquirido forma hasta que, de alguna manera, mis concentrados pensamientos les hicieron tomar las imágenes que yo había soñado?

»Medité esa idea de la extraña manera en que se aplican las leyes de la lógica a las cosas imposibles. ¿Por qué los relatos que yo imaginaba no se habían vuelto realidad en ocasiones anteriores y solo ahora habían empezado a hacerlo? Bueno, para eso había una explicación plausible. Vivía cerca de la Gran Central de Energía. Alguna insospechada corriente de energía emanada de ella dirigía mi imaginación condensada, como una fuerza superamplificadora, hacia un cosmos vacío donde conmocionó la masa informe y la hizo apropiarse de aquellas formas que yo soñaba.

»¿Creía en eso? No. Por supuesto que no, pero lo sabía. Hay una gran diferencia entre el conocimiento y la creencia; como alguien dijo: “Todos los hombres saben que un día morirán y ninguno cree que llegará ese día”. Pues conmigo ocurrió exactamente lo mismo. Me daba cuenta de que no era posible que mi mundo fantástico hubiese adquirido una existencia física en un cosmos dimensional diferente, aunque, al mismo tiempo, yo tenía la extraña convicción de que así era.

»Y entonces se me ocurrió algo que me pareció entretenido e interesante. ¿Y si me creaba a mí mismo en ese otro mundo? ¿También sería yo real en él? Lo intenté. Me senté ante mi escritorio y me imaginé a mí mismo como uno más entre los millones de individuos de ese mundo ficticio; pude crear todo un trasfondo familiar e histórico coherente para mí en aquel lugar. ¡Y algo en mi mente hizo clic!»

Carrick hizo una pausa. Todavía contemplaba la copa vacía que agitaba lentamente entre sus dedos.

Madison lo incitó a continuar:

—Y seguro que despertaste allí y una hermosa muchacha se acercó a ti, y preguntaste: «¿Dónde estoy?»

—No sucedió así —respondió Carrick sombrío—. No fue así en absoluto. Desperté en ese otro mundo, sí. Pero no fue como un despertar real. Simplemente, aparecí allí de repente.

»Seguía siendo yo. Pero, sin embargo, era el yo imaginado por mí para ese otro mundo. Se trataba de otro yo que siempre había vivido allí… del mismo modo que sus antepasados. Verán, yo lo había creado todo.

»Y mi otro yo era tan real en ese mundo imaginario creado por mí como lo había sido en el mío propio. Eso fue lo peor. Todo en ese mundo a medio civilizar era tan vulgar dentro de su realidad …»

Hizo una nueva pausa.

—Al principio, me resultó sumamente extraño. Caminé por las calles de aquellas bárbaras ciudades y miré los rostros de las personas con un imperioso y acuciante deseo de gritar en voz alta: “¡Yo los imaginé a todos! ¡Ninguno de ustedes existía hasta que yo los soñé!”.

»Sin embargo, no lo hice. Sin duda, no me habrían creído. Para ellos, yo no era más que un miembro insignificante de su raza. ¿Cómo podían pensar que ellos, sus tradiciones y su historia, su mundo y su universo, habían surgido súbitamente gracias a mi imaginación?

»Cuando cesó mi turbación inicial, me desagradó el lugar. Resulta que lo había creado demasiado bárbaro. Las salvajes violencias y crueldades que me habían parecido tan seductoras como material para la historia, eran aberrantes y repulsivas al vivirlas en mi propia carne. Solo deseaba volver a mi mundo.

»¡Y no pude regresar! No había forma. Tuve la vaga sensación de que podría imaginarme de vuelta en mi mundo, así como había imaginado mi viaje a ese otro. Pero fue en vano. La extraña fuerza que había propiciado el milagro no funcionaba en dirección contraria.

»Lo pasé bastante mal al percatarme de que estaba atrapado en un mundo desagradable, extenuado y bárbaro. Primero pensé en suicidarme. Sin embargo, no lo hice. El hombre se adapta a todo. Y me acoplé lo mejor que pude al mundo creado por mí.»

—¿Qué hiciste allí? Quiero decir: ¿qué función cumpliste? —preguntó Brazell.

Carrick se encogió de hombros.

—No dominaba las habilidades y destrezas del mundo que había creado. Solo poseía mi propio oficio… el de contar historias.

Empecé a sonreír.

—¿No querrás decir que empezaste a escribir historias fantásticas?

Él asintió, sombrío.

—No me quedó más remedio. Sin duda, aquello era lo único que podía hacer, dadas las circunstancias. Escribí historias sobre mi propio mundo real. Para esa gente, mis relatos eran de una imaginación desbordante… y les gustaron.

Nos echamos a reír. Pero Carrick permaneció mortalmente serio.

Madison llevó la broma hasta sus últimas consecuencias.

—¿Y cómo te las arreglaste para regresar finalmente a casa desde ese otro mundo que habías creado?

—¡Nunca regresé a casa! —respondió Carrick con un amargo suspiro.

  • Edmond Hamilton
    Hamilton, Edmond

    Edmond Moore Hamilton (1904-1977) fue un escritor estadounidense de ciencia ficción, quién se hizo famoso a mediados del siglo veinte. Sin embargo, fue un escritor polifacético porque abarcó diferentes géneros literarios como el horror, el realismo y la fantasía. Varios estudiosos de la historia de la ciencia ficción le otorgan la mención de ser el creador del subgénero llamado space opera, título que comparte con el escritor E. E. Smith.

    La carrera de Hamilton en el género de la ciencia ficción se inicia con la publicación del cuento “The Monster God of Mamurth" en 1926. Este relato fue publicado por la aclamada revista Weird Tales, una de las primeras revistas pulp dedicadas a la publicación de ciencia ficción, fantasía y horror en los Estados Unidos, una de las principales revistas que publicaban literatura alternativa en Norteamérica.

    Rápidamente, Hamilton se convirtió en uno de los principales escritores del grupo de Weird Tales, codeándose con grandes exponentes literarios como H.P. Lovecraft y Robert Howard. Weird Tales publicó un total de 79 escritos de Hamilton durante el periodo comprendido de 1926 a 1948, convirtiéndolo en uno de los autores más prolíficos de esta publicación. Durante años entabló longevas amistades con los miembros de la asociación de escritores de la revista Weird Tales, convirtiéndolo en una de las personalidades más conocidas en el mundo de la ciencia ficción de la década de los 40. Además, con el paso de los años conoció al escritor Jack Williamson, quién muy gratamente lo recordaría en su autobiografía titulada Wonder’s Child.

    Williamson también recordaría a Hamilton y a otros grandes autores de la época (como Robert Silverberg y Robert A. Heinlein) en los momentos en los cuales aumentaba el prestigio del género y sus autores entre los seguidores.

    Durante la década de los años 30, Weird Tales imprimió varias de las historias más llamativas de Hamilton, se cree que la más notable de dichas publicaciones fue “He that Hath Wings”, publicada en julio de 1938, esta fue una de las franquicias más populares del magazín Weird Tales.

    Además de esto, Hamilton fue uno de los primeros autores en ganar un premio de literatura fantástica. Esto fue en el año 1933, acreditándose con el premio Julio Verne por su historia “The Island of Unreason”, sin embargo, debido a la falta de archivo documental existente, es muy difícil encontrar una fuente fidedigna que de respaldo a esta aseveración.

    La Gran Depresión influenció en gran medida la carrera de Hamilton, por lo cual durante esos años las temáticas que trataba en sus escritos se fueron enfocando cada vez más a historias de detectives y asesinos, más cercanas a lo que luego sería llamado novela negra. En este tiempo varias revistas pulp se dedicaron a publicar sus escritos en grandes cantidades, una de las más conocidas fue la revista Popular Detective, la cual publicó en una de sus ediciones tres historias de Hamilton, una de estas con su propio nombre y las otras dos bajo pseudónimos distintos.

    En el año 1940, Hamilton fue uno de los principales precursores de Capitan Future, uno de sus más recordados trabajos a través de la historia. Esta franquicia, cocreada entre el editor Mort Weisinger y Edmond Hamilton fue muy popular en la década de los cuarenta, siendo este último el autor principal de las aventuras de Capitán Futuro. Fue tan popular esta franquicia que la publicación de sus aventuras se extendió hasta 1951, sin embargo, con el auge de la Nueva Ola y una perspectiva cambiante en las nuevas temáticas de Ciencia Ficción, la franquicia fue decayendo progresivamente perdiendo cada vez más el interés de sus lectores. Sin embargo, la serie fue readaptada para la televisión en un anime que salió al aire en el año 1978 hasta 1979, recibiendo grandes alabanzas por el público a nivel mundial, siendo doblada a diferentes idiomas. El auge de su popularidad se dio en países como Francia, Arabia y Alemania.

    Las historias de Hamilton siempre se caracterizaron por presentar grandes escenarios espaciales en medio de las aventuras de esos héroes surcando el espacio, descubriendo nuevos mundos cargados de misterio, horror y fantasía. Varias de sus novelas guardan el llamado sentido de la maravilla, asegurando que sus historias fueron fundamentales para poner a soñar a los jóvenes de aquellos años.

    Además de su gran carrera en el mundo literario, Hamilton también fue uno de los principales escritores de las historias de DC Comics durante más de 20 años. En el año 1946, Hamilton comenzó a escribir varias de las aventuras de Superman y Batman. Una de las historias más memorables fue el cómic titulado “Superman Under the red sun”. Además de esto, fue uno de los precursores en las historias de la Liga de Super Heroes de D.C., siendo el primero de los escritores regulares de esta serie. Por otra parte, fue Hamilton quién ingresó varios de los conceptos que aún se ven hoy en el universo de cómics de D.C.

    Uno de los puntos más elevados en su producción literaria se dio después de que se casara con la también escritora de Ciencia Ficción Leigh Brackett. La crítica es unánime en afirmar que después de su matrimonio produjo varios de sus mejores trabajos literarios, entre los cuales se encuentran títulos como The start of Life (1947), The Valley of Creation (1948), City at World's End (1951) y The Haunted Stars(1960). Fue el momento más maduro en su escritura, apartando aquellos elementos románticos de su primera escritura para enfocarse en temas más introspectivos y en historias más realistas.

    Edmond Hamilton murió en febrero de 1977 en Lancaster, California, después de sufrir varias complicaciones después de una operación de riñón. Un año después de su muerte, la compañía de animación japonesa TOEI Animation, creó la primera serie animada de Captain Future; esto permitió que su trabajo se conociera en diferentes latitudes alrededor del mundo, especialmente en Europa y América Latina.

     

    Series de novelas

    Serie Captain Future:

    • Captain Future and the Space Emperor (1940)
    • Calling Captain Future (1940)
    • Captain Future's Challenge (1940)
    • The Triumph of Captain Future (1940), reeditado como Galaxy Mission
    • Captain Future and the Seven Space Stones (1941)
    • Star Trail to Glory (1941)
    • The Magician of Mars (1941)
    • The Lost World of Time (1941)
    • Quest Beyond the Stars (1942)
    • Outlaws of the Moon (1942)
    • The Comet Kings (1942)
    • Planets in Peril (1942)
    • The Face of the Deep (1943)
    • Star of Dread (1943)
    • Magic Moon (1944)
    • Red Sun of Danger (1945), reeditado como Danger Planet
    • Outlaw World (1946)

     

    Serie Interestelar Patrol

    • "Crashing Suns" (1928)
    • "The Star—Stealers" (1929)
    • "Within the Nebula" (1929)
    • Outside the Universe (1929)
    • "The Comet—Drivers" (1930)
    • "The Sun People" (1930)
    • "The Cosmic Cloud" (1930)

     

    Serie The Star Kings

    • The Star Kings (1949)
    • Return to the Stars (1968)
    • "Stark and the Star Kings" (2005)
    • The Last of the Star Kings (2014)

     

    Serie Starwolf

    • The Weapon from Beyond (1967)
    • The Closed Worlds (1968)
    • World of the Starwolves (1968)
     

     

    Otras novelas

    • The Fire Princess (1938)
    • A Yank at Valhalla (1950), publicado también como The Monsters of Juntonheim
    • Tharkol, Lord of the Unknown (1950), publicado también como The Prisoner of Mars
    • City at World's End (1951)
    • The Sun Smasher (1959), publicado también como Starman Come Home
    • The Star of Life (1959)
    • The Haunted Stars (1960)
    • Battle for the Stars (1961)
    • The Valley of Creation (1964)
    • Fugitive of the Stars (1965)
    • Doomstar (1966)
    • The Lake of Life (1978)